- Beatriz ha venido a echarme una mano con lo de los bancos.
-Y entonces le dijiste que se pusiera cómoda y que cogiera mi albornoz, ¿no? ¡Quítatelo!
-Es que... no llevo nada debajo.
-He estado hablando con el director financiero. Parece ser que Álvaro no está llevando las cuentas completamente claras.
-No podemos abandonar esta terapia.
-Tú no quieres encontrar a Sandra. Tú lo único que quieres es hundirnos a todos con tal de llevar la razón.
-Cayetana, a veces no sé de qué parte estás.
-El BCA vuelve a ser nuestro objetivo: vamos a conseguir ese crédito como sea.
** Pobre muchacha cuando llega a la oficina. ¡Ay, que se pone nerviosita perdía! Que los tiburones se la zampan con papitas fritas. Y es que es ella tan inocente y tan enterita. (Ay pobre niña que has caído del Cielo y desde el Limbo caes y bajas a este mundo de lagartas) Ya no se puede ir por el mundo derrochando el amor, en esta vida hay que saber capear. A ti te falta veneno y te sobra corazón, así vas a llegar a santa, na' más. Despierta niña y baja ya de la parra, en esta vida hay que saber torear. A ti te falta veneno y te sobra corazón, a ti el plumero se te ve cantidad.**
-Éste es el silbato de salida... Qué raro, no espero a nadie. [...] Usted es...
-Sí. Sí, soy Diego de la Vega, y estoy buscando a mi hermana Sandra. Por la agenda de mi hermana sé que la ha estado visitando a usted con regularidad los últimos años. ¿Dónde está Sandra?
- No lo sé. Hace un mes que no sé nada de ella, excepto lo que he leído en los periódicos, claro.
-No le creo.
- Pues es verdad, y usted puede...
- Ahórrese las mentiras y dígale a mi hermana que se ponga inmediatamente en contacto conmigo. Necesito saber dónde está. Necesito saber que está bien.
- Estoy segura de que Sandra está bien.
- ¿Cómo? ¿Cómo? ¿Ahora me dice que está segura de que Sandra está bien? ¿Me acaba de decir que no sabe dónde está y ahora está segura de que está bien? ¿Por qué está tan segura? ¿Cuál es exactamente la relación que tiene usted con mi hermana?
- Soy la psicóloga de Sandra. Y lo siento muchísimo, pero usted comprenderá que yo no puedo revelar ningún tipo de información sobre mis pacientes.
- De modo que siguen siendo médico y paciente.
- Bueno, eso es estrictamente confidencial. Como esa agenda que está usted curioseando.
- Ahórrese los sermones para los pobres diablos a los que roba convenciéndoles de que están locos.
- Muy bien, no insista, señor de la Vega. Yo no puedo ayudarle.
- Hay una investigación policial, a usted no le conviene obstaculizarla. Le exijo que me diga ahora mismo si ha visto a mi hermana recientemente.
- Yo lo único que le voy a decir es que se vaya y así podré seguir la sesión que usted ha interrumpido, ¿vale?
- Debería colaborar, porque mi hermana puede correr peligro.
- ¡Será falso! Osea, yo me lo cargo.
- Bueno, ha sido un placer hablar con usted pero estoy muy ocupada, lo siento mucho.
Mi amor? Te recuerdo que tengo una reserva en el restaurante.
- No me apetece.
- Ah, no? Por qué?
- ??? ríete. Es que me he peleado con mi padre. Y para colmo voy a mandar al carajo la única oportunidad que tenía de conseguir ese préstamo.
- Mi amor, ¿es que no vamos a poder tener un día tranquilo en esta revista? ¿Pero no habías quedado con él para que te ayudara con lo del crédito?
- Tú lo has dicho: había quedado. Pues ha empezado con la cantinela de siempre: que si no tengo la cabeza fría, que si soy demasiado impulsivo. ¿Yo, impulsivo?
- Y para demostrarle lo equivocado que estaba, a ti te entró el arrebato, perdiste los nervios y acabaste discutiendo. Si no lo sé!
- Le eché de la oficina.
- ¿Cómo? Álvaro, ¿tú te has vuelto loco? Tu padre ha levantado esta empresa durante 30 años con sus propias manos; no le puedes tratar así.
- Eso, tú encima échame la puntilla. Puedo aguantar más, ¿sabes?
- Vale. Vale, lo... lo siento, mi vida. Es que, últimamente no entiendo por qué te entran esos prontos.
- Yo tampoco, Caye.
- Últimamente discutes con todo el mundo. Con tu padre, con Diego, con Gonzalo...
- Oye, que con Diego tengo razón, ¿eh?
- Bueno, vale. Y conmigo, ¿qué? ¿También tienes razón de cómo me tratas?
- Ay, mi niña. Un besito.
-¿Sabes qué?
-¿Mmm?
-Pues que el crédito se va a quedar para mañana. Ahora mismo tu y yo nos vamos al restaurante y que el metro nos dé de comer. Lo que sea me da igual.
-Venga, vamos, ya te ayudo yo.
-¡Ay!
-¡Ay, perdón!
-Fíjate, todavía está aquí. Voy a tener que empezar a cobrarle alquiler, ¿eh?
-Estaba esperando por si necesitaba algo más.
-Váyase a casa.
-Pero a la suya.
-Por supuesto
-¡Ah! Beatriz, que...bueno, que Gonzalo me ha dicho que su padre se ha presentado hoy aquí.
-¿Mi padre?
-Si. Por lo visto ha venido a echarme la bronca y...y me ha confundido con Gonzalo y se la ha echado a él.
-¿Qué pasa?¿Qué ahora los papas se dedican a llamar la atención a los jefes de sus hijos? ¿Qué es esto?¿Un colegio?
-Bea, espero que hable con su padre y solucione este malentendido.
-Por supuesto, Don Álvaro. Lo haré. Y le pido disculpas. No creo que fuera la intención de mi padre molestar a nadie.
-Lo se pero....no se preocupe.
-Que se mejore.
-Mi familia siempre me ha ignorado y ahora resulta que soy el centro de atención.
-Ya, pero es que las cosas están llegando demasiado lejos, Sandra. Hace un minuto querías rebanarle la yugular a tu hermano con mi abrecartas. Mira Sandra, no estás avanzando nada en tu tratamiento.
-Doris, yo no puedo parar esto. Tengo que seguir infiltrada en Bulevar.
-Si pero ya has oído a tu hermano. No va a parar hasta encontrarte. Y la verdad, a mi me ha parecido un psicópata capaz de cualquier cosa con tal de salirse con la suya.
- Pues no has visto a Cayetana cuando se altera.
-Sandra, vasta de tonterías. Esto se está poniendo muy peligroso...para las dos.
-Nah...
- (En Italiano : "buonasera signorina")
-¿Ha encargado Usted una pizza?
- Si, he encargado una pizza.
-Joer tía. Vaya zulo. Podrías alquilarlo para secuestros exprés. Bueno, es un poquito de humor negro pero algo de gracia ha tenido.
-Es que no tengo ganas de reírme después del ridículo que me ha hecho pasar hoy mi padre.
-Ah, que ...bueno.... yo me marcho. ¿Vale?. Invito a la pizza.
-Tu me vas a contar ahora mismo todo lo que sabes.
- Nada, es que,,,es que no se nada. Mira Bea, eso lo tienes que hablar con tu padre. Hay que fomentar la Padre-hija...Ay, ay (joer coño).
-Pues canta.
-Vale, Vale.....(Canción italiana: oh sole mio...) ay... vale vale. Tu padre ha venido a hablar con Álvaro esta mañana y yo he tenido que acompañarle.
-¿Y cómo has podido dejarle, Santi?
-Porque sabes que no se puede razonar con el cuando se empecina con algo. Pero no seas dura con él, eh?. Lo hace por tu bien. Sabes que te adora.
-Pues bien que ha entrado aquí arrasando con todo. Y encima le ha echado la bronca a uno que no es mi jefe. Y a saber las barbaridades que le habrá dicho.
-Le dije lo que le tenia que decir. Que a ti nadie te trata como a un trapo.
-Tu sabes el ridículo que me has hecho pasar. ¿Cómo se te ocurre?
-Pues lo haría una y mil veces. Nah, ese, ese jefe tuyo es un señorito que no sabe apreciar el trabajo ajeno. Más vale ponerse una vez colorao, que ciento amarillo.
-Papá, no me vengas con refranes. Ya no soy una niña, no necesito un guardaespaldas que me solucione los problemas porque me encargo yo solita.
Hija, es, es que cada vez que me acordaba del golpe en tu cara, me ardía la sangre. Yo, yo yo no me puedo quedar de brazos cruzados ante tamaña injusticia.
-Te expliqué que había sido un accidente. Y deberías haberlo entendido
-Ya, pero yo, Bea, por encima de todas las cosas soy padre. Y aunque tuviera más de 80 años, no podría quedarme de brazos cruzados viendo que a ti te pasa algo. Le, le , le le rom....